Si te da paz, ya te está dando todo
Miércoles con sabor a martes después de un largo puente. Leo los 13°C en mi teléfono, pero en realidad mi cuerpo siente los 26°C.
Me levanté con el pie izquierdo, seguido del derecho; Los volví a subir a la cama y ahora bajé primero el derecho y luego el izquierdo.
Prendí el agua hirviendo de la regadera como es costumbre y le cumplí su deuda a mi enero pasado. Abrí la página del libro que no le leí y para compensarlo le leí 9 de más.
El olor a café ya estaba fresco en la cafetera y el sonido de las burbujas me avisaban que 2 minutos más y ya olería a quemado.
Me senté frente a la ventana, destapé mis pies de sus fundas blancas y los coloqué bajo los rayos del sol.
Respiré profundo. Continué leyéndole ahora a febrero, para no tener que deberle páginas.
Le leí fuerte al silencio “All we have to do is write one true sentence. Write the truest sentence that you know.” -Ernest Hemingway.
Y comencé a escribir, a escribir sin parar. Cuando mi muñeca se cansó de jugar con la pluma, mis dedos tomaron el mando y empezaron a jugar con las teclas.
Es increíble cómo solo necesitaba mi alma escuchar algo; escuchar en silencio para poder entenderlo.
Mi realidad era exacta, era perfecta. Llena de defectos y tantos pequeños detalles que se volvían inmensos en mi dimensión. Tan descontrolada e intensa. Tan inmensa.
Una realidad envuelta en lo que procuramos ajustar como malo, y si, le damos ese ajuste para poder ver lo bueno.
Tratando de ocultar los malos días, los momentos difíciles, los malos humores.
¿Y todo para qué? ¿Para pretender que todo está bien?
Ese no es el juego en donde ganan las cosas buenas, es el juego en donde termina uno enfermo, agobiado y sin resolver.
Tenemos que dejarnos sentir las cosas difíciles de la vida, dejar tener un día difícil , estar enojado, triste o frustrado.
Déjate llorar, déjate sentir lo que estas sintiendo en ese momento.
Detuve mi escritura para buscar una frase que guardé hace un par de días y es más real que todas las palabras que acabo de escribir:
“Cuando no puedas controlar lo que está sucediendo, desafíate a controlarlo a tu manera. La manera en la que respondes a lo que sucede es lo que realmente importa; tu verdadero poder”
Déjate sentir las cosas, pero controla que el daño no se vuelva ajeno y mucho menos interno.
Tómate un día, dos, tres, los que necesites; no los conviertas en un tiempo indefinido.
No dañes a los demás creyendo que así dejarás de sentir lo que sientes. Ajusta tus pensamientos, respira, ponle pausa a lo que necesites parar para sentirte en paz contigo.
Toma pluma, papel y escribe, sal a correr, pide tu comida favorita, apaga el celular, pon una película, platica con alguien de lo que sientes, no te lo guardes. Sácalo a tu manera, pero sácalo.
Recuerda que, si te está dando paz, ya te está dando todo.
Ese es el truco, buscar la solución que te lleve a eso sin importar cuanto te tome. Si no la encuentras, jamás se superará lo malo y la vida pasará de ser perfecta por tener un equilibrio entre lo malo y lo bueno, a ser rutinaria.
Cuando no hay equilibro, hay desestabilidad. Cuando hay desestabilidad, no hay felicidad.
El café ya se enfrió, pero me saco las letras necesarias. No pasa nada, todo tiene solución.
Dos minutos después en la olla, todo volvió a la normalidad; solo que ahora sí pude escribir.
Comentarios
Publicar un comentario