Resurgir

Tremenda sacudida, tanto que se comienza a sentir como un buen temblor.

No he empezado a escribir y ya estoy en lágrimas y pequeñas risas para darme ánimos.

 

Como me han pesado, pasado y pisado estos días; de verdad que si.

Y es que no he conectado con el equilibrio de nada y eso me hace tambalearme tanto, pero por miedo a fallar, cambiar, evolucionar o ser otra a la que venía siendo, no me he dado la oportunidad de caer.

Entonces es así como he vivido, de un lado a otro, sin estar en ninguno; Y si no me doy a entender con esto, simplemente lo resume un “no ha habido presencia y consciencia, solo ausencia en el andar”.

 

Y es que he estado tan aferrada toda la vida a que mi mejor cualidad era “siempre lograrlo”, “siempre completa” y “siempre exitosa”, que cuando atada a estas me dejé llevar en este nuevo andar, olvidé como serlo.

 

Paciencia no hay, tolerancia al fracaso mucho menos, crecimiento lento, para que les cuento.

 

En medio de esta enorme evolución colectiva del 2020, comencé como buen ser humano molesto ante la falta de empatía y consciencia que me brindaba el lugar donde laboraba; estaba enojada con la situación, pero también estaba bastante en paz de estar en casa unos cuantos días y disfrutar de lo cotidiano que me perdía tras checar de 8 a 6 y volver a encerrarme de 7 a 10 en el televisor.

La rutina matutina estaba perfecta y trabajándose al 100%, despertando antes que el sol como siempre me ha gustado, tomando mucho té, meditando, yoga, canto a mis plantas, lecturas, escritos, dibujos y mucho amor a todo lo que me rodeaba. La verdad estaba viviendo esa vida tan de moda que parece hoy funcionar a la perfección.

 

Me molestaba el tema monetario y sus reducciones, pero estaba disfrutando más del presente que comenzaba a parecer un segundo plano. 

 

Muchas piezas del gran rompecabezas de mi vida se empezaron a alinear, y entre ellos apareció esa magnifica oportunidad de decirle adiós a ese trabajo que me sostenía a la perfección en abundancia, en comodidad y en amistades, pero no sostenía mi felicidad, mi capacidad y mis sueños.

 

Empujando y empujando, se cerró ese grato circulo de una manera amena, amorosa y muy amable. Una de las experiencias que mas me han encaminado a la mujer que soy.

 

Y claro, aquí comenzaba lo bueno.

 

En mi cabeza el cambio venía perfectamente digerido, perfectamente acomodado; porque una vez más, mi mejor cualidad era siempre, siempre, siempre tener éxito y nunca fallar.

 

Y aquí estaba, sentada frente a una pantalla dándole forma a una empresa que no entendía en lo más mínimo, pensando que en 1 mes obtendría todo el conocimiento de los 14 años de experiencia que tenían los de alrededor y las ventas del millón.

Por supuesto que ya no había un reloj de 8 a 6, un trayecto de 1 hora a trabajar, entre otras cosas que no me hacían feliz.

 

Y en mi cuento perfecto me leí que seguiría con la misma rutina matutina pero mejorada porque ahora trabajaría en casa, que tendría el mismo desempeño que en mi trabajo anterior y la comodidad del conocimiento que me sostenía, escribí mis recetas de cocina para comenzar a comer mejor durante este tiempo, acondicioné mi espacio de trabajo hermoso y me lo tatué.

 

Un mes después no podía levantarme de la cama sin llorar, ni ir a dormir sin seguir haciéndolo.

No había forma humana de levantarme antes de las 8am, las meditaciones se fueron, el yoga se pauso, comer 1 o 2 veces al día era suficiente, leer y releer la misma información que ayer, antier y hace 1 semana porque no entendía y eso me frustraba, sentir mi corazón más chiquito cada vez que me decían que no a alguna propuesta, estar en pants, dejar de lado los podcasts, sentir enojo y ser grosera con mis amistades y familia, alejarme de todo, meterme en mi y refugiarme en toda esta gama de nuevos sentimientos que me habitaban y no lograba entender.

 

Todo eso sumado a que realmente la realidad, mi realidad en contexto suena y es “perfecta”. Se que todas las oportunidades que estoy viviendo y lo mucho que estoy creciendo, aunque no lo vea aún, son de mucha gratitud y felicidad.

 

Solo no he aprendido a lidiar con esta nueva versión de mi a la que le cambiaron todo el panorama y al no permitirse fluir con el y amarrarse a la misma rutina del anterior, se perdió totalmente.

 

Ya no hay tantas risitas en estas palabras, puro llanto del bueno.

Me había costado escribir al respecto, por vulnerabilidad, por falta de credibilidad a mi sentir, por cero respeto a mi ser.

Pero aquí están las palabras del mes nueve, que vienen a decirme que todo esta bien.

 

Que saber que no todo esta bien siempre, también está bien.

Que cerrar los ojos ante lo que se siente no va a ayudar en nada más que a frenar todo lo demás, pues cuando no se está alineado en cuerpo, mente, corazón y espíritu, no se esta alineado en nada.

 

Que, aunque la realidad sea o parezca perfecta, está bien sentir que no lo es.

Cuando uno sale de la zona de confort, sale de la seguridad, de la estabilidad y de la tranquilidad, y para volver a conectar con ella se requiere de mucho trabajo, de mucha consciencia y de mucha paciencia.

Este es mi recordatorio de hoy de que lo estoy haciendo bien, de que si me siento así es porque estoy viva y estoy trabajando por mi, por mi felicidad y por mi tranquilidad.

 

Mi recordatorio de que la Fabritzia no matutina, sin rutinas y sin estabilidad, también está bien y también es parte de mi. Abrazándome bien fuerte, dejándome ser en esta etapa tan nueva y desconocida.

 

Aprendiendo a gatear con la ventaja de la experiencia que ya tengo, y dejándome caer para tomar el impulso de seguirle dando.

 

Hoy ya no me aferro a ser la completa, la exitosa y la que lo puede todo; hoy me aferro a ser la que tiene piezas a medias, da lo mejor y suelta lo que no puede y la que es exitosa por el simple hecho de estar trabajando en ella y por su felicidad.

 

“En tiempos de cambio, lo más valiente que puedes regalarte es la decisión de explorar si también tú quieres reinventarte”

 


 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hay años que apremian y años que enseñan

Let’s break el apego

El príncipe y la guerrera de cuento de hadas