Para esto vine a esta vida

Platicaba con mamá sobre lo difícil que es crecer. Le decía que me costaba mucho trabajo entender cómo era posible que a mis 22 años estuviera rodeada de conversaciones sobre el Infonavit, el RFC, los hijos que quieren tener y lo difícil que es lidiar con el matrimonio. 

Le decía que es muy difícil empezar a tomar las riendas de las responsabilidades. Que independizarse muchas veces no viene de la mano de ser un adulto.

Yo pensaba que el hecho de ya tener años viviendo sola, tener meses valiéndome por mi misma, etc, me convertía en automático en un adulto y me mentí. 

Eso solo me convirtió en una persona libre e independiente, con responsabilidades, pero no tan grandes como las que me platican. No me asustan estas pláticas, solo que a veces me siento fuera de contexto. Muchas veces me siento fuera del alcance de lo que dicen.

Siento que muchas veces mientras de fondo escucho sobre cuanto deben al seguro, yo solo pienso en cuanto deberé si pago un viaje, si me compro ropa, si hago otras cosas. 

No lo sé, tal vez estoy mal interpretándolo y aun no logro adjudicarme el término “adulto” y por eso aún no lo entiendo al cien por ciento. Solo quisiera que a veces mi cabeza sintonizara con mi edad y se gritara fuertemente “para”, has hecho todo tan bien y tan rápido que también necesitas parar, descansar un poco.

Ay, ¡Qué difícil es esto de ser adulto! Qué difícil es tratar de explicar este sentimiento, tan difícil que ni siquiera quiero intentar explicarlo ni mucho menos entenderlo.

Quiero comerme al mundo, eso quiero. Seguir enamorándome día a día, ser libre, seguir apasionándome con mi trabajo, aprender mucho, ir en el tráfico y no permitirme amargarme pues traigo mi buena música a todo volumen, seguir desvelándome viendo una serie nueva cada semana, ir a comer a lugares a donde mi cuerpo no lo agradezca mucho al día siguiente, ir a caminar, pintar, escribir, ver Instagram, prepararme de comer, dejar a mi cabeza delirar un poco y pararla cuando ya llegue a los excesos; soñar, vivir, no perderme en la edad, no perderme en la necesidad de una rutina y de quejarme de todo.

No contagiarme de las pláticas de quejas de la hora de la comida, no perderme en las caras de enojo en el tráfico, no perderme en los comentarios negativos, no perderme en el pasado, no perderme en el ocio de ver cosas que dañan a mi corazón, no perderme en mi flojera, en mi cansancio ni en mis malos ratos.

Seguir teniendo esta chispa, seguir siendo mi yo de 19 años, de 20 años, de 21 años, aunque ya les lleve los 22 por delante. 



Ser un “adulto” con mis términos y condiciones. Seguir aprendiendo mucho, seguir con mi vida como la he llevado, porque me ha funcionado; y reconocer, abrazar y sanar lo que no me ha funcionado para evolucionarlo. Cómo mi mamá dice “Celia, deja de andar de inquieta”; Y cómo yo siempre le contesto “Para esto vine a esta vida”.



Comentarios

  1. Siendo tan adolescente, soñando y viviendo una vida de todo lo que te gusta, y por otra parte siendo tan adulta que ya eres independiente, capaz de trabajar y enseñar, libre y responsable, pero también siendo niña cariñosa, amorosa con tus padres, activa, quizá en algunos momentos caprichosa, berrinchuda pero con una sonrisa que a cualquiera contagias, así, así te ha hecho el Camino, la Vida.
    Mi deseo es que continúes dándote cuenta que eres una niña, una adolescente y también una adulta en muchos momentos de tu vida y que en el camino tu esencia te recuerde que eres un feliz extraordinario ser humano.

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    Respuestas
    1. Gracia por siempre leerme y por tener las palabras exactas que le dan sentido a lo que escribo. Te quiero mucho!

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